domingo, 10 de marzo de 2013

Vigilancia del buen gobierno cooperativo

Precauciones que deben tener los miembros de una cooperativa de ahorro y crédito.

La Alianza Cooperativa Internacional (ACI) define a las cooperativas como “asociaciones autónomas de personas que se unen voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes, por medio de una empresa de propiedad conjunta democráticamente gestionada”.  La ayuda mutua, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad son  valores grandilocuentes que abundan en declaraciones y comunicados cooperativistas.

Sin embargo, a veces la realidad se tiñe de oscuro cuando las cooperativas se  alejan de las buenas intenciones iniciales.  Un ejemplo reciente es el caso de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de Empleados de la Caja de Seguro Social, R.L. (COACECSS) donde malos manejos administrativos provocaron su deterioro financiero y posterior liquidación, poniendo en riesgo la recuperación de $95 millones de dólares en depósitos de miles de ahorristas.  Como resultado,  la angustia y la tensión entran en escena provocando reclamos airados de los ahorristas ante la posible pérdida de los ahorros de toda una vida.

De acuerdo al Instituto Panameño Autónomo Cooperativo (IPACOOP) a Septiembre 2012 existían 583 cooperativas, con 214 mil asociados y un patrimonio total de $394 millones de dólares, de las cuales 168 se dedicaban a actividades de ahorro y crédito agrupando por sí solas a 120 mil asociados y  un patrimonio de $200 millones de dólares.  Con el 50% del patrimonio cooperativo nacional y la mitad de los asociados del país expuestos a riesgos financieros de la misma naturaleza que los manifestados en el caso de COACECSS, urge que los interesados velen por el buen gobierno cooperativo en entidades de ahorro y crédito donde depositan su patrimonio.  A continuación presentamos las prácticas más importantes:


  1. Participar activamente y con ánimo inquisitivo de las asambleas para conocer el estado de los negocios de la cooperativa que, a fin de cuentas, son realizados con los recursos que aportan los asociados.
  2. Estar atentos a la injerencia de los órganos cooperativos en actividades que sobrepasen las facultades establecidas. Se debe dejar claramente establecida los deberes y derechos de los órganos de dirección (Junta Directiva y Gerencia)  y de los órganos de control (Junta de Vigilancia y Comité de Crédito).
  3. Exigir programas de formación en temas financieros a los miembros aspirantes a los órganos de gobierno que sirvan como relevo generacional bien formado y evite la perpetuidad de un grupo selecto en la dirección y control de la cooperativa.  
  4. Velar por la independencia y el buen juicio financiero del Comité de Crédito ya que ahí es donde se asignan los créditos, fuente de riesgo primaria.

En conclusión, la apatía y el desconocimiento de la mayoría de los asociados del estado de los negocios de la cooperativa pueden derivar en el control de una minoría y en el uso indebido de los recursos. Ya cuando se ha llegado a esta circunstancia no sorprende que los directivos persigan objetivos distintos a los acordados en buena fe por los asociados, ni que instituciones bien establecidas entren en crisis.

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