La Alianza Cooperativa Internacional (ACI)
define a las cooperativas como “asociaciones
autónomas de personas que se unen voluntariamente para satisfacer sus
necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes, por medio
de una empresa de propiedad conjunta democráticamente gestionada”. La ayuda mutua, la democracia, la igualdad,
la equidad y la solidaridad son valores
grandilocuentes que abundan en declaraciones y comunicados cooperativistas.
Sin embargo, a veces la realidad se tiñe de
oscuro cuando las cooperativas se alejan
de las buenas intenciones iniciales. Un
ejemplo reciente es el caso de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de Empleados
de la Caja de Seguro Social, R.L. (COACECSS) donde malos manejos
administrativos provocaron su deterioro financiero y posterior liquidación,
poniendo en riesgo la recuperación de $95 millones de dólares en depósitos de miles
de ahorristas. Como resultado, la angustia y la tensión entran en escena provocando
reclamos airados de los ahorristas ante la posible pérdida de los ahorros de
toda una vida.
De acuerdo al Instituto Panameño Autónomo
Cooperativo (IPACOOP) a Septiembre 2012 existían 583 cooperativas, con 214 mil
asociados y un patrimonio total de $394 millones de dólares, de las cuales 168
se dedicaban a actividades de ahorro y crédito agrupando por sí solas a 120 mil
asociados y un patrimonio de $200
millones de dólares. Con el 50% del
patrimonio cooperativo nacional y la mitad de los asociados del país expuestos
a riesgos financieros de la misma naturaleza que los manifestados en el caso de
COACECSS, urge que los interesados velen por el buen gobierno cooperativo en
entidades de ahorro y crédito donde depositan su patrimonio. A continuación presentamos las prácticas más
importantes:
- Participar activamente y con ánimo inquisitivo de las asambleas para conocer el estado de los negocios de la cooperativa que, a fin de cuentas, son realizados con los recursos que aportan los asociados.
- Estar atentos a la injerencia de los órganos cooperativos en actividades que sobrepasen las facultades establecidas. Se debe dejar claramente establecida los deberes y derechos de los órganos de dirección (Junta Directiva y Gerencia) y de los órganos de control (Junta de Vigilancia y Comité de Crédito).
- Exigir programas de formación en temas financieros a los miembros aspirantes a los órganos de gobierno que sirvan como relevo generacional bien formado y evite la perpetuidad de un grupo selecto en la dirección y control de la cooperativa.
- Velar por la independencia y el buen juicio financiero del Comité de Crédito ya que ahí es donde se asignan los créditos, fuente de riesgo primaria.
En conclusión, la apatía y el desconocimiento
de la mayoría de los asociados del estado de los negocios de la cooperativa
pueden derivar en el control de una minoría y en el uso indebido de los
recursos. Ya cuando se ha llegado a esta circunstancia no sorprende que los
directivos persigan objetivos distintos a los acordados en buena fe por los asociados,
ni que instituciones bien establecidas entren en crisis.
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