A pesar del auge actual en la
formación profesional en administración y gerencia que, en común, buscan
introducir a la toma racional de decisiones y a los beneficios del largo plazo,
el día a día de las decisiones es muy distinta. En la práctica, gran parte de
las decisiones financieras están basadas en juicios que surgen más de las
emociones que de la razón.
En un reciente ensayo de la revista
Foreign Affairs sobre la crisis financiera de 2008, Alan Greenspan ̶ Presidente de la Reserva Federal de Estados
Unidos de 1987 a 2006 ̶ pone su atención
en algunos comportamientos no racionales que impidieron ver la magnitud de la
crisis y que, ya cuando era tarde, la agravaron a tal punto que ocasionó la
quiebra de miles de empresas y de millones de individuos en todo el mundo. La
idea central del artículo es que las decisiones económicas no siguen
necesariamente un patrón racional sino que están altamente influenciadas por el
miedo y la euforia, por la búsqueda de ganancias a corto plazo, por consideraciones
de estatus personal frente a nuestros pares, por los rumores y el ruido más que
en información objetiva.
La toma de decisiones financieras no
racionales tiene dos dimensiones: una estrictamente comercial que tiene que ver
con la búsqueda del lucro, y la otra
dimensión es personal y guarda relación con la forma en que gastamos en nuestra
vida. A continuación presentamos dos comportamientos que suelen disminuir la
efectividad en ambas dimensiones:
Comportamiento de manada: euforia,
miedo y consumismo
El comportamiento de manada es la
tendencia de los individuos a seguir o copiar las decisiones tomadas por las
mayorías. Su nombre hace referencia a la forma en que las manadas suelen
actuar: sin dirección planeada, siguiendo a la multitud y a la carrera. Por una parte, puede ser euforia cuando se
corre a invertir donde todo el mundo lo está haciendo. Por otra, puede ser miedo cuando se sale
despavorido al comenzar las primeras quiebras.
Nace de la intención de no quedarse atrás, de no dejar pasar la
inversión de moda. Aquel que sigue a la
muchedumbre, un año invierte en bienes raíces, al otro en construcción y
después en palma aceitera, sin conocer en realidad los factores de éxito de
cada actividad.
En el plano personal, una
manifestación del comportamiento de manada es el consumismo. Se define como la tendencia inmoderada a
adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios. La sociología lo define como el gasto de
dinero en la adquisición de bienes de lujo y servicios para hacer despliegue público
de poder económico o del estatus social de la persona. Los comercios conocen muy bien esta debilidad
humana y deliberadamente crean imágenes atractivas y marcas que acaparen
nuestra atención, apelando a la inclinación subconsciente de mostrar cuánto
valemos a través de las posesiones.
Cortoplacismo: ganancias
hoy, el futuro es incierto
El cortoplacismo es la propensión natural a la satisfacción a corto plazo por encima de los retornos a largo
plazo. Se define también como la
predisposición a valorar más la obtención de un bien en el presente que en el
algún momento del futuro. El futuro es
incierto y está lleno de riesgos que hacen que la vasta mayoría no busque
arriesgarse. Más vale pájaro en mano que cien volando, dice el refrán. No obstante, la falta de visión a futuro se
paga con creces en todo aspecto de la vida y el dinero no es la excepción.
En la vida cotidiana, el
cortoplacismo se manifiesta en la escasa simpatía por el ahorro. Más felicidad da gastar hoy que ahorrar para
el futuro intangible e imponderable. De nada valen las campañas en pro del
ahorro que hacen algunas instituciones; mucha gente sucumbe a la tentación del
derroche innecesario. Se acerca fin de año, época perfecta para observar este
comportamiento.
A decir verdad, todos alguna vez
hemos cedido a pasiones que llevan a decisiones no racionales y anti económicas.
No hay perder de vista que las conductas mencionadas están profundamente
enraizadas en la cultura popular, en los
medios y en el subconsciente humano.
Pero esto no debe ser justificación para aceptar conductas que
empobrecen. Conocer las tendencias,
inclinaciones y propensiones naturales es el primer paso. Sólo un esfuerzo consciente y el compromiso
con la objetividad, nos puede acercar al ideal de decisiones financieras libres
de pasiones y emociones negativas.
Excelente artículo para entender el comportamiento de consumo. El ser consciente y objetivo, más un buen due diligence; puede ayudar a las personas a invertir su dinero de manera sabia y no caer en el comportamiento en manada; el cual muchas veces es interpretado como "tendencias y/o señales de mercado".
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