Sobre el fundamental concepto de la diversificación de las inversiones
La diversificación
“No pongas todos
los huevos en una sola canasta” dice un popular refrán. Si hay un concepto fundamental en el mundo de
las inversiones que está bastante arraigado en la sabiduría convencional es la
diversificación. En finanzas, la
diversificación implica que se puede obtener la misma ganancia con un menor
grado de riesgo, invirtiendo en activos o negocios distintos en vez de invertir
en una sola actividad o sector. En la
práctica se invierte en algo distinto a la actividad principal con el fin de
mantener la rentabilidad estable o, al menos, razonable en caso de crisis, cese
repentino de operaciones o de una catástrofe.
Desde un punto de vista estadístico, la diversificación se basa en que la elección de ponderaciones equilibradas entre distintas categorías de inversiones puede reducir la volatilidad de los resultados. También establece que la variación promedio de un portafolio de inversiones es menor que la variación individual de los activos que lo componen.
Para que la
diversificación funcione se debe poder diferenciar los riesgos más críticos y
los factores de éxito de cada actividad económica. A continuación los tipos de riesgos de
acuerdo a la posibilidad de diversificación:
- Riesgos idiosincráticos: los únicos riesgos dispersables son los propios de cada actividad. Toda actividad conlleva la posibilidad de ganancia por el manejo de uno o varios factores de éxito en la operación, la gestión comercial o en las condiciones naturales. Dentro de todo el universo de factores o impulsores de éxito es posible distinguir a uno en particular que es de vital importancia para la rentabilidad y existencia del negocio. Algunos ejemplos: en los bancos el principal impulsor de la ganancia es la capacidad de prestar y de recuperar con un buen margen; en las aseguradoras es el incremento de la cartera de inversiones por medio de la captación de fondos a través de la venta de pólizas; en los comercios es que la mercancía sea atractiva al cliente. Si por alguna razón se afecta la capacidad de administrar el factor clave, entonces comienzan los problemas. En ese orden de ideas, para alcanzar una alta diversificación se debe invertir en actividades con diferentes factores de éxito que tengan un bajo grado de relación. Por ejemplo, la venta de casas tiene baja relación con la venta de ganado; el alquiler de locales tiene baja relación con el clima. Por medio de la inversión en actividades no correlacionadas se disminuye la posibilidad que el fallo de uno de los factores afecte enormemente la situación económica de la empresa o persona.
- Riesgo sistémico: durante una crisis severa toda la producción y actividad comercial de una región o de un país se ve afectada. A esto se denomina riesgo del sistema y consiste en la posibilidad que una economía colapse afectando los rendimientos de todos los negocios. Contra eso es poco lo que se puede hacer, quizás invertir en otras regiones. No obstante, en un mundo cada vez más interrelacionado, es difícil escapar a las crisis económicas.
La
diversificación como herramienta para administrar los riesgos es antigua. Fue mencionada por el judaísmo que advierte
que los activos deben ser divididos en tercios: un tercio en el negocio, un
tercio en tierras y un tercio en dinero disponible. Se debe tener presente que los beneficios de
la diversificación se reducen cuando las condiciones del mercado se deterioran
drásticamente o cuando las correlaciones entre las inversiones es alta. Otro aspecto que reduce su efectividad es el
endeudamiento excesivo: una actividad cargada en deuda puede arrastrar a la
bancarrota a las que carecen de deuda. Y
por último, siempre existe la probabilidad no muy remota que los resultados
sean completamente negativos, a pesar de los esfuerzos y provisiones. Conozcamos más acerca de las posibilidades y
limitantes de la diversificación.
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